El joven poeta hispano-alemán y Premio Hiperión publica 'Tránsil', un poemario rompedor y alejado del panorama joven poético español actual
En España cada año se publican cientos y cientos de poemarios. La mayoría malos, otros no tanto, pero de vez en cuando hay plumas que sorprenden con su propuesta. Voces jóvenes que vale la pena leer, porque escriben la poesía de su tiempo con obras que se defienden por sí mismas, más allá del premio que las avale. En esto último podríamos encajar al poeta hispano-alemán y Doctor en Estudios Hispánicos, Nicolás Mateos Frühbeck (Madrid, 1997). El pasado mes de mayo se alzó con el XL Premio de Poesía Hiperión, por su poemario 'Tránsil'. Un libro rompedor, único y con grandes referencias a los clásicos en medio de un panorama joven poético español que suele girar en torno a los mismos temas desgastados.
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Frühbeck llega al encuentro puntual, sonríe y para romper el hielo admite que está algo nervioso porque es su primera entrevista. Se especializó en prosa del Siglo de Oro, sobre todo, en autobiografías. «Una cosa brutal de las autobiografías del Siglo XVI y XVII es que la mayor parte de las obras fueron escritas por soldados y monjas que iban a las guerras», cuenta entusiasmado tras haber defendido su doctorado unos días antes. Confiesa que las mejores autobiografías militares son 'El discurso de mi vida', de Alonso de Contreras que era prácticamente un matón y Catalina de Erauso, que se puso hábito de hombre y se fue a Chile.
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En el terreno poético, gracias a su tío-abuelo, el laureado Director de Orquesta Rafael Frühbeck de Burgos, el oído lo tiene muy afinado para el ritmo del verso. Su relación con la poesía empezó a los 17 años en un momento de exaltación adolescente leyendo a Neruda, la Generación del 27 e intentado imitarlos. Sin embargo, su llegada a la universidad consolidó por completo su relación con la palabra poética y académica.
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Tránsil' es su primer poemario y presentarse al Hiperión fue «la última oportunidad que le daba a la obra». En ella se mezclan sus dos grandes pasiones: la ciencia ficción y el Siglo de Oro. «Me pareció una idea original fusionarlos a través de la poesía, porque el Siglo de Oro abarca toda esa parte de la construcción barroca de la vida como un teatro o ensoñación», explica a nuestro periódico. Además considera que en aquellos siglos había una creencia mágica arraigada socialmente creando un punto de contacto directo con la ciencia ficción, salvando las diferencias históricas.
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Por William González Guevara