Cantar a lo que duele

Fuente: https://www.laopiniondemalaga.es/libros/2025/07/13/cantar-duele-sanatorio-francisco-javier-guerrero-119625921.html

El poeta Francisco Javier Guerrero aborda con solvencia en ‘Sanatorio’ un tema infrecuente en la poesía, el dolor y la enfermedad’


En ‘Otras canciones a Guiomar’ dice Antonio Machado: «Se canta lo que se pierde», y no he dejado de tener presente ese verso durante toda la lectura de ‘Sanatorio’, el último libro de poemas de Francisco Javier Guerrero, que edita Renacimiento, con el que ha obtenido el XXXVIII Premio Tiflos de Poesía.
.
La poesía como arma contra el dolor, como modo de conocer el dolor, como manera de extirpar el dolor es tan antigua como la poesía misma. La producción poética universal se ha nutrido más del dolor que de la alegría, mucho más de la pena que de la felicidad. Sin embargo, de entre las fuentes del dolor humano la pérdida de la salud, que es una de las principales, no ha sido tradicionalmente un tema demasiado frecuente en la poesía. Y es ahí, precisamente ahí, donde hunde sus raíces este ‘Sanatorio’ de Francisco Javier Guerrero, que va desgranando, poema a poema, la relación con la enfermedad.
.
Ya conocíamos desde hace tiempo la obra poética de Guerrero, un poeta que va construyendo una obra sólida, madura y profunda, ya desde su ‘Anatomía del tornado’, (2015), a la que siguieron ‘Las razones del agua’ (2017), ‘Los principios activos’ (2018), y se añade ahora ‘Sanatorio’, una obra de enorme exigencia lírica, sometida a la tensión de llegar más lejos, de encontrar ese eco interno que debe hallar el poema..
Francisco Javier Guerrero tiene el don de hacer imágenes las palabras y, hablando del dolor, encontrar la belleza. Así, dirá: «Un día a la semana descanso algunas horas./ Imagino que no vuelvo jamás;/ que mi vida es la blanca ortografía/ de un bosque de cerezos:/ inmaculada y mítica» (Desapego, página 23).
.
Irá el poeta contemplando el dolor desde diferentes perspectivas. Con una alta intensidad abordará la soledad que produce haciendo un paralelismo con las vidas fingidas de las redes sociales, reducto último de la peor soledad: «No tenemos las fotos de los llantos./ Esas noches en vela como despeñaderos,/ un golpe penitente,/ el necesario alcohol./ No están en ningún álbum./ Se disfrazan con filtros de Instagram/ todos los ansiolíticos» (Estados, página 24).
.
El paciente habrá de asumir, en algún momento, el peligro que corre. Esa es otra vertiente del dolor, acaso la peor de todas, la de la angustia y la incertidumbre: «A veces no me tomo las pastillas/ para vivir con los cordones desatados./ (…) / Casi siempre es de noche y tengo miedo./ Por eso necesito regresar a los fármacos,/ a la seguridad de los patíbulos;/ volver a las mentiras de salón/ que encierran a la bestia en una jaula» (Tentativa, 29).
.Por Juan Gaitán