Bonilla Carvajal, Ronald
Costa Rica
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XXVIII Que yo te di la vida de golondrina efímera...

Que yo te di la vida de golondrina efímera,
que alivié tu soledad
y fui esta respiración entrecortada,
y el grito de sudar desde mi orilla
un poema tocando el azul de tus maderas.
Que fui el amor más torpe en tus temblores
y junté a tus roturas
mis más hambrientos besos,
que yo te rescaté de algún marasmo,
fui el adalid de los pericos
cruzándote los cielos,
la mano fiel de un nuevo territorio,
el hombro para contener
tu ensimismada lágrima,
el cuarzo de palabras argentado,
yo, quien llevaba de tu brazo
el amanecer de tu partida impetuosa,
aunque no me vieses.
Que todo fue un instante,
un paso etéreo
para degustar el vino y sembrarnos
de azucenas el lecho y la mirada,
y ahora que de nuevo vuelas
y vas de tu trajín por un amor más cierto,
acaso olvides a quien restaña tus heridas
tras miles de kilómetros de ausencia,
macerando los espacios,
liberando los poros encubiertos,
quedándose desnudo de tanto amanecer
sin otra piel.
Pasajera en el viento,
no me llevas dormido en el regazo,
no me llevas empañando los cristales,
no estoy en el licor de tu bitácora.
Estoy tan pequeño en esta ciudad dormida
en tus instantes,
tan pequeño y rotundo
velando por tus sueños.

Bonilla Carvajal, Ronald

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