Salado, Minerva
Cuba
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La ciudad

Aquí permaneces de repente sobre tu cuerda

floja.

Aquí te despides cada día. Cada día me

olvidas.

Allá la luz naranja el aroma de las mariposas

siempre efímeras como muertas de color.

Allá los arroyos de la luna los aviones

y las nubes.

Hay que venir a la ciudad para asustarse

-decías- seguíamos jugando a los pistoleros

después no pasaba nada los pájaros

otra vez.

El mismo niño aquel impreciso en la memoria

la palabra encaje en tu palabra

el brocal del pozo desvelado y de nuevo

los aviones. Aquí frente a mí el tiempo

secreto polvo de tu voz.

Salado, Minerva

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