Alba Swann, Matilde
Argentina
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LA PRECISAMOS
Es ya muy viejecita, Señor...!
pero haz que aún viva.
El solo pilar, resto
de aquel antiguo templo de hogar
que conservamos.
Custodia del retrato del padre,
fiel vigía,
de todo cuanto fuera lo aquello,
candelabro
de dos brazos orando perenne,
lumbre apenas
rozada por la brisa.
Señor,
que no se apague;
en ella está la llama fraterna
que nos liga.
Un curso diferente, partimos
cada uno llamado a cosas nuevas
y nuevo hogar, sólo ella
quedó en la casa vieja queriendo
las paredes, el suelo que anduvimos,
la antigua mesa, el todo
de entonces, que hizo rama
propicia para un sueño perpetuo
de armonía.
Señor,
la precisamos,
hoy más que siempre,
anciana, desierta de presencias,
poblada de recuerdos,
en un anhelo, nunca saciado
de tenernos.
Ternura de un dormido regazo
que nos guarda
como antes.
Oh, la entraña caliente
donde aún duele caliente nuestra pena.
Señor, que no nos falte.
Vencida, cada día pequeña,
más pequeña,
más huérfana de todo, más cerca
de dejarnos, ya es casi la hija nuestra.
Sumisa como un niño, deseosa
de ser grata, temblante, retraída,
temiendo no ser todo lo leve
que quisiera
cabeza blanca triste, y manos
sacudidas de invierno, y esos pasos
que apenas ya si suenan.
Señor,
en su sangre lentísima
que andamos, del brazo todavía como antes
cuando niños, unidos.
Que no quiera
su sangre detenerse, Señor,
la precisamos...!
Alba Swann, Matilde