Gumucio, Alfonso
Bolivia
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EXTRAÑAMIENTOS

En el hueco de mi mano te tengo
en un rincón acurrucada
junto a la línea de la vida.
Al acercar mi palma
cada noche te respiro te creo
allí
mucho.

Apagado el libro alas dos y quince
penetran los duendecillos de plata
se acomodan puntualmente
sobre tus fotos azules
enormes fantasmas
en la ventana fría de azúcares.

La luna mira todo esto,
la desgraciada,
por los poros del cristal se cuela,
por mi silencio, por mi sombra
se cuela tan campante
campanante y sonora, fresca
me muestra el inventario de mis días
mis horarios verdes
mi máquina de escupir.

Y así te extraño, con luna.
No comprendo el vacío de tu idioma,
no se acostumbra a rincones de luto
mi herida encogida.

Si las paredes necesitan
el color tibio de tu espalda,
mi cama también, sinceramente;
el jugo de tus cabellos,
mi espacio
la arquitectura de tu mirada,
y mi memoria, la ventricular,
necesita el diástole
de nuestro pecado compartido,
siempre que pecar sea
naufragar en la entrega
dar voces y gritos en la noche
crear espuma, miel roja, marfil líquido
si, eso

Te extraño. No me preguntes
Te extraño: No me persigas.
Te extraño. Abre los ojos
Recorre como yo los espacios pelados,
tócate el sexo, los seños dos a uno
el pétalo chaposo
las yemas espirales
el pulgar más lejano del corazón
la raíz de la frente, el labio bajo
ese tobillo desnudo, ahora, tócatelo
las axilas, cada diente, cada vello
perdido en el horizonte de tus muslos
haz como yo, tócatelo
y extráñame
tú también.

Gumucio, Alfonso

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