Ángel Silva, Medardo
Ecuador
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EN EL UMBRAL DE LA NOCHE

Infinito deseo de alas,
continuas nostalgias del vuelo:
corazón mío que te exhalas
como grano de mirra al cielo.
Beso, rosa, mujer y lira:
ya sé la vanidad de todo;
sé de la sierpe que conspira
contra la estrella, desde el lodo;
De la penumbra en que su flecha
aguza deidad vengativa;
del ojo del caos que acecha
nuestra miseria fugitiva.
Oh, la ternura permanente
de caminar, ciego, en la sombra
y el temor de ver de repente
la faz de la que no se nombra.
Aquella angustia deliciosa
de esperar –sin hora ni díaa
la Emperatriz Silenciosa
que viene en la barca sombría
¡Pues la fatal Guadañadora
tan recatada y dulce llega
que no se ve la Segadora,
sino la siega!...
Feliz quien hizo sin saber,
la mísera ofrenda mortal:
pues no tuvo que conocer
la espantosa angustia final;
¡Bienaventurado el infante
de clara pupila serena
que miró la vida un instante…
y se retiró de la escena!
¡No conocieron la tortura
de temer lo que ha de llegar,
este dolor, esta amargura
de esperar, siempre, de esperar!

Ángel Silva, Medardo

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