Señores, os he traído aquí para deciros,
que la guerra ha concluido.
que ya no hay fusiles apuntando hacia los cielos,
que clausurada están las tumbas de los hombres.
Si no me creéis, mirad el horizonte,
henchido de rubio trigo, y los pájaros
migrando hacia el sur, donde el postrero
y bélico clarín calló su canto.
No miréis en el vientre de mi alforja,
pues allí no encontrareis más que penumbras.
El oro que buscáis está en el aire
donde ya no retumban los cañones.
Los vientos de la paz ya han empujado
el aroma de la guerra al ostracismo,
y la tierra ya enjugó la última sangre.
y la esperanza ya secó todas las lágrimas.
Señores, he venido aquí para deciros
que la vida a cantar ha retornado,
que ya no hay funerales sino bodas,
y que el blanco vibra y descansa el luto.