Quevedo y Villegas, Francisco de
España
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A Fili que suelto el cabello lloraba ausencias de su pastor

Ondea el oro en hebras proceloso;
corre el humor en perlas hilo a hilo;
juntó la pena al Tajo con el Nilo,
éste creciente, cuando aquél precioso.



Tal el cabello, tal el rostro hermoso
asiste en Fili al doloroso estilo,
cuando por las ausencias de Batilo,
uno derrama rico, otro lloroso.



Oyó gemir con músico lamento
y mustia y ronca voz tórtola amante,
amancillando querellosa el viento.



Dijo: «Si imitas mi dolor constante,
eres lisonja dulce de mi acento;
si le compites, no es tu mal bastante».

Quevedo y Villegas, Francisco de

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