CASAZOLA, MATILDE
Bolivia
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Poema XXXV

Dios es un huesito
en el centro de mi pecho.
Un huesito menudo y solitario.

Golpea y golpea
en la noche honda,
mientras gotas de sangre salpican de mi cántaro.

Cruje en su reducida
dimensión, se rebela
en torturado esfuerzo
por librarme de enemigos
enconados.

Pero su ausencia es larga y ancha
y pesa y duele
y muero sin descubrir
su amuleto a mi lado.

Cuento esto yo, que estuve
con la sombra extendida
y abandoné mis digitales sobre musgos de espanto.

Ahora las madrugadas
son nuevamente limpias.

Y este huesito, collar de mi cuello
hielo tintineante de mi vaso,
me susurra canciones,
me acompaña;
quisiera saltar de mi pecho a mi mano.

Dios es un huesito en el centro de mi pecho.
Un huesito menudo y solitario.

En las noches tranquilas, oigo tímidamente
la vida alimentar su universo delgado.

CASAZOLA, MATILDE

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