R. A.-Valdés, Emma-Margarita
España
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¡TAÑED CAMPANAS LIBRES!
Campanas silenciosas,
hoy no anunciáis vergeles al desierto,
ni cosecha al sudor de los arados,
ni sonrisas al ritmo de los péndulos.
Hoy es bronce el clamor de los cañones.
Las balas son badajos en el viento.
Duerme el tañido azul
encadenado al mundo, aislado, preso
en las mazmorras pétreas del poder,
en las almenas grises del dinero.
Un eco sordomudo
es tétrico quejido, es un lamento
de pálidas palomas atrapadas
en refugios de exilio, de destierro.
Campanas esenciales,
erais voz de la fe de antiguos templos,
rebato de las almas redimidas,
metal de libertad forjado a fuego:
¡Desertad de las manos asesinas
que ordenan vuestras horas de silencio!.
Tañed, campanas libres,
las heroicas marchas de los muertos;
agrietad las murallas, los castillos;
haced temblar los tímpanos del pueblo.
Tañed, tañed al alba,
con el trino de pájaros en vuelo,
con la espiga de lágrimas cautivas
y la queja granada por el tiempo.
Tañed sobre la noche
los gritos celestiales de los sueños.
Tañed sobre las guerras de cipreses,
sobre el dolor inútil, sobre el miedo.
¡Se aplastarán las balas contra el bronce!.
¡Temblarán las conciencias, los gobiernos!.
Ya os oigo tañer...
¡Qué hermosa sinfonía!, ¡qué concierto!.
Las ramas del olivo se estremecen.
Hay alas de palomas por el cielo.
Repercute en los címbalos
el fragor de herraduras contra el suelo,
la voz blanca de trémulas banderas,
el latido caliente del cerezo.
Campanadas de gloria
ascienden con el humo del incienso,
repatrian las cigüeñas a sus torres
y voltean el centro de los cuerpos.
¡Los campanarios libres, al unísono,
proclaman la Verdad al universo!
R. A.-Valdés, Emma-Margarita