Busco el poema en un número,
busco tu aroma
en las nubes.
Un número impar
paralelo a mi dolor
se repitió sin fin.
Busco tu mirada en la luna
invisible, agorera de lluvias
para que te asomes
por esa ventana pequeña
de tu nuevo aposento.
Acaso un nueve que se itera
alucinado
imita la pregunta
de tu noctámbula distancia.
Busco tu palabra en la pantalla
y mi sed de corolas presentidas
recuerda tus costados
hoy heridos.
Recuerda tus dulces antebrazos
tan ajenos ahora
que ya celo el sayal
o tu zarape
reponiendo los poros incesantes
del pasado.
Acaso ese número infranqueable,
esa vocación de medir
lo inusitado,
ese quebrado imposible de representarse
puede ser o simular
la altura del beso que te envío,
el abismo de ese abrazo
que procuro instaurar en tu cintura,
ese masaje cómplice
que a tu espalda restaura
como si densos ángeles hablaran
con los dedos sutiles en las teclas.
Desde aquí,
entero en mi manía de contar los días,
las formas que hoy asumo
para no recordarte a veces;
desde aquí, un signo inequívoco,
insistente,
presume de olvidarte
y busca en otras risas
el esbozo de un beso
traicionero,
sólo un guarismo
para imprimir
la nueva fecha
en este calendario irracional.