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Pérez Álvarez, Juan Manuel
España
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UNA PALABRA SALIÓ A RECORRER EL MUNDO

El ser humano despertó a la luz del sol soñando su llegada al mundo,
La naturaleza lo alimentó en su seno hasta que pudo ver su alma ligada a esta tierra,
El espíritu lo trajo a su heredad, y le dio todo por posesión para que aprendiese a administrar el don de la vida que se le había confiado.
Inventó su patria de la nada, fue testigo de la doctrina de su madre a la que vino para hacer despertar a otros dormidos que habían llegado antes que él,
Prevaricó con el odio y la avaricia y cayó en la red del tiempo y de la muerte, y desarrolló todo tipo de divisiones para defender la propiedad de su mentira.
Pero del tiempo y su hechizo algunos hombres y mujeres despertaron,
Descubrieron la verdad oculta en las cosas y se involucraron en el supermercado del comercio social para curar sus heridas y las de los demás,
Supieron que el hombre había nacido libre, y que en todas partes estaba esclavizado por obra de quienes habitaban las tinieblas de su ignorancia,
Fueron testigos de martirios y crucifixiones, comprendieron la confusión entre la vida y la injusticia de sus habitantes,
Y anduvieron como lámparas en la noche para llevar la luz a los pobres y olvidados de la tierra,
Cuyo despertar era nuestra común esperanza para ser de nuevo libres.

La historia, con su biblia y su credo, estaba llena de crímenes. Los hombres no habían sido fieles a la verdad.
Se habían desarrollado para oprimir a otros, no para romper sus cadenas, habían ensanchado las cárceles con sus conquistas sociales,
Habían construido imperios de infamia que no se mantenían estables en el tiempo de la naturaleza,
Y que acabarían por borrarse de los ojos del que mira.

Hicieron del mundo una esfera manipulable por la ciencia de sus intereses,
Pusieron nombres a los países y a las geografías inhóspitas,
Extrajeron los recursos para combatirse de las profundidades de la tierra, como el niño coge del suelo piedras para arrojar a su rival.
Para no ser destruidos establecieron una ley que aminoró los daños, pero que fue muchas veces derogada por la novedad de sus delitos.
Dividieron en continentes la tierra: África, la madre de las razas; Asia, el equilibrio de los pueblos, la audaz Europa, donde las ciudades se hicieron famosas en el mundo; América, una encrucijada de pobladores para descubrir la concordia, Oceanía, formada por lejanas islas de donde se importó la sencillez en su primer estado.

El mar, en su inicio frontera del miedo, fue después el puente entre los hombres.
Cuando las comarcas estuvieron unidas estalló la gran guerra, y un montón de cadáveres resumió el legado de sus negociaciones, y un millón de derechos sociales que nacieron de cada herida del cuerpo de los sacrificados.
En el mercado de las relaciones humanas, el mundo fue dividido en tres plantas para organizar la economía del consumo:
Primero, segundo y tercer mundo.
Los primeros se hicieron dueños de la luz del sol y se la administraron a los últimos en la escala divisoria,
Ocuparon e interrumpieron el flujo de la enseñanza de la tierra, no entraron por la puerta de la justicia ni enseñaron a otros a entrar.
En lugar de mostrar el cielo a los que miraban desde el suelo oscurecido por ellos, pintaron un techo de mentiras oficiales y les dijeron a los de abajo: “He aquí vuestro cielo”.

Por eso la tierra gimió, y se tambalearon la ciencia y las leyes de los hombres,
Y el miedo se adueñó de la tierra sometida a la muerte de quienes no supieron ver la vida más allá de sus libros.
El supermercado de la civilización se llenó de ladrones que se apoyaban en las cabezas de los de abajo para robar el oro de las bóvedas de arriba,
Los traficantes de seguros de redención, los vendedores de la droga de la dependencia de sus fórmulas, para que nunca despertase nadie del sueño de sus padres y aprendiese a soñar por sí mismo.
Entre las sombras del cine de las modas que pasan sin dejar más rastro que el hechizo de sus ilusiones,
Las lámparas encendidas de los misioneros de la verdad de la tierra iluminaron el teatro de máscaras de los intereses creados y rompieron el hechizo de sus ídolos.

Ante quienes esclavizaban a los indios de la colonia, denuncia y consuelo.
Ante quienes hicieron tributarios a los libres, denuncia y consuelo.
Ante los que tiranizaban con propaganda y armas, denuncia y consuelo.
Ante los que trajeron al mundo una parte del infierno, denuncia y consuelo.

Indicaron la luz con el dedo con denuncia y consuelo,
Denuncia contra las mentiras, los abusos y las muertes,
Consuelo con el perdón, la fuente de la vida.

Porque aquellos que cayeron en la tentación de la culpa fueron víctimas de su propia muerte, y su demonio los poseyó para su mal,
Sean reconducidos y vuelvan a la vida, y vean en los pobres que enriquecieron su dolencia a los propios miembros de su cuerpo.
Para que vean de nuevo la luz, que al principio estaba con ellos, con nosotros los que ahora vagamos entre sombras de muerte, entre ilusiones perdidas,
Entre crucifixiones de un pueblo que no se conoce,
Para que entre todos traigamos el cielo a la tierra y venga la verdad a habitar en medio de nosotros,
Todos somos por igual testigos.
Después de haber escuchado nuestro silencio,
Una palabra salió a recorrer el mundo.

DE "LA TIERRA Y LAS CRUCIFIXIONES"

Pérez Álvarez, Juan Manuel

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