O tambores al fondo
O claridades de sol de la mañana
O nebulosos fríos de montaña.
La canción imposible
Crucifica mis ansias bajo un gotear de hieles.
Y, en el mástil de todas las angustias,
Flamea mi vida, como los gallardetes,
Erguida de deseos, cautiva de los vientos.
He sentido un retoñar de alas.
Alma adentro,
Una sed de dilatadas lejanías
Que me impulsa a beber todo el azul del cielo,
A hundir, como un náufrago, los brazos
En mi ancha quimera sin orillas.
(La canción imposible
se ovilla y desovilla, enredada
en el alma).
Si acaso floreciera –tal vez alguna noche-
Como un grito desnudo sediento de horizontes,
Aquella canción enigmática
Que mi corazón desconoce,
La escribiría con sangre.
Vieja canción imposible
Que crucifica mis ansias,
Misteriosa de ensueños, mi canción sin palabras.
Tambores en la noche