Dos seres inventan ahora el universo,
uno impulsa al otro, lo arrastra a las alturas imposibles pero ciertas
donde las musas danzan incansables,
-ese soy yo-
y el otro, silencioso, con la oreja abierta en las pupilas,
sentado sobre el trono de la palabra dibujada,
- ese eres tú, lector mío, sólo por un rato.
Y no hay nadie más para escucharnos.
Hagamos la luz para crear las sombras,
el mar para tener la ingrata línea inalcanzable,
el poema para encontrar la verdad desnuda,
hagamos todo ahora que sabemos que nada más existe,
secretamente estamos inventando el universo
para olvidarlo luego
como tantos otros.