La yegua retoza suavemente sobre el rocío.
La sombra informa sus maneras humildes,
sus pruebas de grandeza.
La yegua es suave y fuerte. Le da lecciones al sabio y al dragón.
Ella no sangra.
La luz me sigue.
Es probable que pierda mi camino
pero no necesito hacer brillar la luz delante de mí.
He sido desbordada. Acepto las escrituras
y no acepto laureles.
Amortiguo perpleja el desconsuelo.
No viajo.
Tengo cuidado.
Perdí la mampara y ahora estoy desnuda
y todos pasan a mirarme.
Los trapos de fina seda cuelgan de mi ventana.
Tampoco acepto los degüellos
y al cruzar el agua no miro para atrás
pues me ahogaría.
Ofrendo el corazón mejor que el oro.
Miro sin pena y sigo porque me espera un pozo.
Esa yegua soy yo
cuando me dejan serlo.