¡Cuántas noches, al rayo de la Luna,
en tus inmensos dones meditando,
he contado las horas una a una,
con cien visiones de placer soñando!
Tus contentos, tus goces, tu fortuna,
por mi agitada mente resbalando,
brillantes horizontes bosquejaban
y mundos de delicias me brindaban.