La puta que te parió, Zaconne,
Commendatore Emmete Zaconne.
El Commendatore Zaconne no lo conoce…
No-lo-co-no-ce… ¡no me conoce, Santiago!
Y ahora esto, además, de escupir sangre
como si el gaucho llevara al fin la pechera
vomitada de esputos rojos y balas…
¡La puta que te parió, Zaconne…!
Algo había en el aire, en la caballada
tan falso, tan patético, que mejor irse
¿no?, desaparecer, Santiago… Dios
fueron al cabo, los pesitos de Grasso y
esos días con Lulú y Madame Mimí en Niza.
Soy un cristo, che… ¿Quién dijo miedo, Devic…?