Entre actrices de poca consecuencia reías anoche,
atado a su provisión de placer. Ahora todo eso
se encoge de hombros y la vista hace valer
su colisión en inestables ceniceros de concha,
cirios de citronela, un reloj, hasta desordenarse.
El pasado, al menos, nos da la distancia a algo fijo,
tanto más cuanto más le exigimos
al futuro. Y aún alzas la mano a la inyección de luz:
siempre el máximo dolor busca el mínimo contacto
con su causa.
Inédito