Al amanecer cuando abandone este aposento
al sacar los libros del armario miraré de reojo tu rostro anochecido. Al bajar al parque alguien me verá caminar erguido
con los ojos cerrados en la mañana profunda
el forastero fastidioso
que hace tiempo merodea por aldeas equívocas
donde acostumbran a aullar los lobos cuando remonta la calma las calles serán las siluetas de un sonámbulo que no imaginan la cobardía del hombre frente a su adversario
Tú aún dormida
quizás disfrutes de ese fantasma que no alcanzo
¿Qué sueñas en este aposento de la calle de los Olmos?
¿Qué sueñas en esa habitación inmaculada mordida de luz?
Un alboroto callejero sacude tu bello cuerpo
bajo las sábanas y contrastan tus ojos
con la refulgencia del sol.
después de la retirada del cobarde al despuntar el alba.