poesiacastellana.es
Poetas: 1.791 - Poemas: 64.496 - Lecturas: 568.146.768
Berceo, Gonzalo de
España
Lecturas: 13.546

recomendar
EL CLÉRIGO IGNORANTE

BERCEO:
Soy el maestro Gonzalo de Berceo llamado,
primer grande poeta de Castilla nombrado;
sacerdote, y no monje, como a veces se ha hablado,
que en San Millán y en Silos yo siempre he profesado.
.
Sin más demora todos iréis a contemplar
aqueste gran milagro que comienzo a contar:
veréis a la Gloriosa, que no puede olvidar
a las buenas personas que supiéronla honrar.
.
(aparece un pobre clérigo, diciendo misa)
.
Érase un simple clérigo que instrucción no tenía,
la misa de la Virgen todos los días decía;
no sabía decir otra, decíala cada día;
más la sabía por uso que por sabiduría.
.
Este misacantano fue al obispo acusado;
dijeron que era idiota, mal clérigo probado,
al Salve Sancta Parens tan sólo acostumbrado;
no sabía otra misa, ¡el pobre desdichado!
.
(El clérigo ignorante se presenta ante el obispo, con mucho
miedo, y se arrodilla ante él)
.
Llegando ante el obispo el preste pecador,
había, del gran miedo, perdido la color;
no podía de vergüenza, mirar a su señor;
nunca pasó el mezquino por tan duro sudor.
OBISPO:
.
Preste, di la verdad,
dime si, como dicen, es tal tu necedad.
.
CLÉRIGO:
.
Señor, por caridad,
si dijese que no, diría falsedad.
.
OBISPO:
.
Ya que no tienes ciencia
de cantar otras misas, ni sentido o potencia,
te prohíbo que cantes, y te doy la sentencia:
por el medio que puedas busca tu subsistencia.
.
(El pobre clérigo se levanta y se marcha más allá,
arrodillándose ante una imagen de la Virgen)
.
BERCEO:
.
El clérigo salió triste y desconsolado;
tenía gran vergüenza: el daño era pesado;
volvióse a la Gloriosa, lloroso y aquejado,
que le diese consejo, porque estaba aterrado.
.
La madre muy preciosa, que nunca abandonó
a quien de corazón a sus plantas cayó,
el ruego de su clérigo luego se lo escuchó:
sin ninguna tardanza, al punto lo socorrió.
.
La Virgen Gloriosa, madre de perfección,
se apareció en seguida al obispo en visión:
.
(La Virgen se presenta al obispo, que no da crédito a sus ojos)
.
LA VIRGEN:
.
Don obispo lozano,
contra mí ¿por qué fuiste tan fuerte y villano?
Yo nunca te quité por el valor de un grano
y tú vas y me quitas a mí un capellano.
.
El que a mí me cantaba la misa cada día,
pensaste que caía en error de herejía;
lo tuviste por bestia y cabeza vacía,
quitástele la orden de la capellanía.
.
Si tú no lo mandares decir la misa mía,
como solía decirla, gran querella tendría;
y tú verás tu fin en el treinteno día:
¡ya verás lo que vale la saña de María!.
.
BERCEO:
.
Fue con esta amenaza el obispo espantado,
mandó llamar al clérigo por su orden vedado.
.
(Aparece el obispo, arrodillado ante el clérigo ignorante)
.
OBISPO:

.
Quiero pedir perdón por lo que he errado
porque en aqueste pleito fui engañado.
Deseo sigas cantando como solías cantar
y que de la Gloriosa seas siervo en su altar
y si algo te faltase en vestir o calzar
yo de lo mío propio te lo mandaré dar.
.
(El clérigo levanta al obispo del suelo y besa sus manos, después
se marcha)
.
BERCEO:
.
Volvióse el hombre bueno a su capellanía
y sirvió a la Gloriosa Madre Santa María;
murió allí en su oficio, muerte cual yo querría,
y fue su alma a la gloria tan dulce cofradía.
.
Aunque por largos años pudiésemos durar,
e infinitos milagros escribir o rezar,
ni la décima parte podríamos contar
de los que por la Virgen Dios se digna mostrar.

Berceo, Gonzalo de

Subir