Oh la paz y el silencio de los tiempos feudales,
cuando fuí solitario monje benedictino;
cuando el amor de mis noches fue el Cordero
divino,
y pintaba mayúsculas en los grandes misales!
De mi carne el cilicio fueron verdes rosales,
y mi solo regalo fue la hostia y el vino,
y de abrojos punzantes ericé mi camino,
do vagaron un tiempo los Pecados mortales.
Pero fueron ayunos y oraciones en vano …
Siempre rojas mayúsculas dibujaba mi mano,
siempre en rojas mayúsculas se extasiaban
mis ojos.
De Satán fue mi alma, de Satán fue mi
anhelo …
Pues cerró con tinieblas mi camino hacia el
cielo
el recuerdo implacable de unos labios muy
rojos.