Los años de mi cuerpo, desnudan
los libros guardados por mi corazón.
El molino de sangre muele poesía
y mis horas fueron volúmenes de palabra escrita.
Y en el lenguaje se me va la vida.
Late, late la trampa del verbo
agazapada en mi aliento;
presagia mi destino eterno y circular.
Escribo, y es muerte de extremo gozo
y aún
soy eterno extranjero en la patria del hombre.