Junto al ciprés del camino
lloraban esta mañana,
las rosas cuando supieron
que el viento las deshojaba.
Sus lágrimas de rocío
dejan en la madrugada,
gélidas perlas de luna
como cristales de escarcha.
Cuando apunta el nuevo día
y el sol quiere calentarlas,
solamente quedan brozas
y en el aire su fragancia.