Cómo caminar desnudo a través de un sueño,
Cómo acompasar el latido de la noche del corazón al ojo interior del día manifiesto
Mientras se tocan nuestras manos y el instante eterno nace en los labios que se unen en la verdad de un solo signo recordado.
Así el sol externo me mira y me quema la piel porque arde fuera de los vínculos emotivos que serán míos a cada paso que da mi cuerpo en el tuyo.
Sí, sé que tu amor me devolverá la vida, sé que mi boca, más allá de la ciencia del miedo que ata y condena,
Invocará tu nombre día y noche, hasta que así sea.
Mido mi estatura – la sombra del mundo- por mi voluntad de verte y sentirte a mi lado, tus manos me sanarán cuando me toquen, y no pertenecerán al abismo donde se compran y se venden ilusiones;
Yo estoy enamorado de ti, y soñaré para ti el mejor de los mundos posibles,
En un infinito que brotará de nosotros.
No quiero emplear palabras en vano, pues el final se ha dicho ya al principio y no queda más que decir que lo que nadie ha creado ni fabricado,
Aunque mi debilidad me lleve a equivocar mi camino cuando no te veo cerca de mí.
Los labios congelados de la nieve consultan la respuesta sosegada del silencio.
No se hace esperar la pregunta, ella es la creación entera separada del caos.
La linterna de tu boca brillante se acerca a mi corazón cuyas olas comprensivas van despertando la línea de la costa sensitiva.
En la mesa del desayuno el alba parte con su luz el pan cerca de la ventana que da a los dormitorios de las miles de noches que recrean el sueño de domésticas figuras familiares,
Odas instrumentales se derraman de la ducha del día cuyo don se vierte por el cuerpo como un bálsamo de felicidad.
Antaño mi memoria vivió una pesadilla: se separó mi cuerpo de mi alma y tú y yo nos separamos,
Como si fuéramos seres distintos vivimos enemistados por el dolor y la propiedad de las cosas que no son de nadie.
- Ofréceme todo el dinero del mundo, el crédito de los titulares de las mentiras humanas, la sangre de los vencidos, la gloria de la venganza, y no podrás disfrutar de un día siquiera conmigo – dijiste, y la tormenta de mi mente se desvaneció.
Porque ni tú ni yo pertenecemos al sueño misterioso. Es nuestro hogar, nuestro nido de amor. Pero la niebla no puede atraparnos en espirales de humo mientras ascendemos por la escalera de caracol hacia el astro de fuego que nos dio el nacimiento.
Rocas o continentes nos aíslan, la materia ilusoria con su anillo de energía encarcelada a los dedos de la memoria reminiscente puebla los limbos del aliento elástico,
Seres vivos parten de mi vida y no los reconozco subiendo y bajando de la escala de tu voz amada.
Repites el origen en la música armónica y orgánica de las estaciones, Silencio que custodias el vacío de mi conocimiento, hasta que Padre pueda llamarte, imagen en la que podamos vernos.
Apenas tengo un valor en el mundo, apenas soy nada y desde la nada invoco,
Las situaciones me son extrañas, aquí y ahora soy la sombra de un símbolo que desconozco.
Pero tú, seas quien seas, me llevas de la mano y no permites que se anule el sentido que tengo de ti,
Encuentro mi propia carne y la amo como a mí mismo.
Los sueños son orgánicos y se comunican desde el subsuelo de la vida en formación,
Parten desde el ombligo de la luz que se transforma en el aire del espíritu absoluto que nutre los pulmones de la tierra.
La tierra nos atrae con la gravedad del amor; el sol nos sostiene con un manto de armonía cuyos dedos arrancan notas de las cuerdas del corazón que nos une.
Luz de luz, cuerpos respirando luz que nos eleva a la conciencia de lo que todavía vemos como imaginario en la corrupción que mide el tiempo.
Todo lo que está afuera, estuvo un tiempo dentro de nosotros, en la dimensión de lo no creado, en la patria de lo eterno.
Exiliados vagamos y no nos reconocemos como el Ser Primero y Último, el hijo único del padre que nos engendró antes de que la creación nos otorgase el cuerpo de su materia soñada, dividiéndonos en rutas propias de experiencia.
La Obra ha de ser consumada, pues el verbo se ha conjugado y en su gestación la tierra manifiesta figuras de evolución milagrosa,
Desde el átomo al órgano que lo percibe, desde la masa hasta el movimiento, desde la pirámide al arquitecto que no ha hecho más que copiar lo que ha comprendido.
No estoy fuera, estoy dentro de ti; no estás fuera, estás dentro de mí. Guíame hasta ti y yo te guiaré hasta mí.
Mi voz es un hilo en el laberinto de la noche, un hilo imaginario que llega a la realidad de sentirnos juntos y unidos para siempre, todos y cada uno sin distinción ni pérdida alguna.
Y cuando caiga enfermo, tú me levantarás desde donde estés, y la verdad de tu amor me hará libre y cerrará mis heridas sangrantes.
Sé que a pesar de mis debilidades en la confusión que me habitó de odioso miedo, saldré ileso en tus brazos, aunque la niebla nos oculte el rostro a veces con opacas mentiras.
Me beberé tu amor y soñaré con todos nuestros encuentros,
Prepararé el lecho, amada mía, perla de belleza que emergiste de la tierra oscura, prepararé la cama con las flores de mi canto.
Aquí y allá oigo voces de seres hermanos que me llaman, pero su lengua es para mí irreconocible por ahora,
Se han ocultado en mi memoria como el sol se oculta en el mar y surgirán con el próximo amanecer dorado,
la información de sus idiomas sonoros vaga por mis sentidos, el pájaro del mensaje no se ha posado todavía en ninguna parte,
tantearé las sombras con el lenguaje e interpretaré los enigmas hasta que desaparezcan en una verdad más fuerte que el olvido y la muerte.
La geografía del alma es un universo que juega con los cuerpos de la luz,
Las calles se adelgazan como cables en las ciudades de política y aparente armonía,
Te encuentro en la atmósfera inventada de mis sueños, en las conversaciones incluso más vulgares,
Partes de mí que estáis en el mundo con derechos y libertades iguales a los míos.
Emergieron de una isla los oráculos antiguos. Descendieron los audaces mentores de la Primera Humanidad, los Maestros, de una galaxia lejana en una dimensión celeste,
Y pusieron en el animal una gota de conciencia para que supiera encontrar el camino en la evolución del espíritu,
Las razas y los pueblos se agregaron en torno a la majestad de los dioses, las células estrecharon sus vínculos en torno al reino de las almas que recorren las órbitas de la creación inspirada y expirada en ciclos aprendidos.
La historia es una sombra de este recuerdo; los Libros Sagrados lo confirman con caracteres escritos para siempre,
Hasta ofrendar en la Copa de la Unidad la sangre de los homicidios y de los crímenes y devolverle la vida al Corazón Compartido que late por todos.
El tiempo vuelve en las estaciones, los imperios del poder humano se suceden y se heredan las derrotas que encubren las aparentes victorias de banderas e himnos propagandísticos,
Pero lo que siempre estuvo vive desde el momento en que la verdad ha sido comprendida.
Esto sabían nuestras mentes antes de su nacimiento, pues la Sabiduría las había reflejado a su imagen.
De nada sirven las murallas fabricadas y sostenidas por tradiciones de temor y engaño.
Caen una a una sus falsas glorias, agonizan sus tratados y sus guerras, se pervierten sus leyes y se rebelan sus pueblos, y una música de libertad arranca del suelo sus propiedades.
Es una música sencilla. Es la esperanza terrestre que siempre estuvo con nosotros en el fuego que nos reunió en la primera sociedad, en la familia de los iguales.
Cuando me desnudé a la luz de tus ojos, desaparecieron con las prendas arrojadas al pavimento en penumbra las envidias y los odios,
Y me viste tal cual era, y tocaste los miembros negados y condenados a adornar infiernos de lúbrico deseo,
Los viste puros y resplandecientes, y comprobaste cómo se movían al contacto de tu voz entrecortada.
Los habías imaginado muchas veces en noches de insomnio -¿ lo recuerdas? – pero los olvidabas a la mañana siguiente, a la hora del desayuno que acariciaba el pan del día en tu boca.
Si muevo uno de mis músculos de armonía, también se mueve el mundo y me revela su centro bajo mi piel,
Si tú te mueves junto a mí, la distancia desvanece su ilusión paradójica y te encuentro milagrosamente unida a mí por el ombligo del tiempo,
Mirando por la ventana de mis ojos los paisajes de lava fundida de la noche anterior, cubiertos de una esfera de seres vivos recién salidos del mar inconsciente.
En el centro ardoroso de la tierra grávida de peso y amor, recién fecundada por los signos letales de la inmensa pantalla cósmica
Una herida de dolor desperezó el dragón de escamas de jade, el Inmortal, y su sinuosa ciencia preludió la prueba de la Sabiduría que ordena los movimientos de las cosas.
Los siete órganos del ritmo instrumental abrieron sus puertas al soplo del fuego que consuela y cura con calor luminoso, con su dulce consejo vital:
Un rayo anímico penetró la materia y consumió la víctima de la débil soledad de los separados por el peso de sus culpas,
Atravesó en lucha fulgurante las tinieblas inventadas y rompió su tela mental, deshizo el encanto de la distancia insalvable, convirtió en un cuerpo las atracciones de los abismos inertes en el odio encarcelado de los siglos.
El dragón del Oscuro Misterio animó la columna vertebral del espacio con el movimiento del espíritu, hasta que la energía creó de nuevo la materia del mundo.
Siete comarcas y océanos, siete dones divinos, siete cuerdas sagradas recorrieron tu cuerpo y el mío, e hicieron el amor dentro de nosotros.
Sin duda el eco de las generaciones se resumió en el misterio que ahora nos alumbra:
El Portador de la Antorcha, el Cristo de Virtud Iluminado, hizo descender el fuego al corazón de las tinieblas. Allí,
La sangre se reprodujo en un espejo que reflejó nuestra alma errante, en el infierno de la culpa creada el héroe colectivo rescató a los muertos y los condujo a la luz que perdieron de vista,
Y nosotros lo seguimos, cada cual con la esposa legítima que encontró en su creación,
Al paraíso de su propia verdad.
De las alturas vivas y orgánicas cayó el pan de la luz indestructible dotada de espíritu inspirado,
La caverna de la creación la albergó pero no pudo apropiarse de ella, porque existía antes que sus oscuras paredes de móviles pinturas, nuestros sueños.
La luz revistió todas las formas, y cubrió de color las sombras que alargan sus hilos por la dimensión de lo sensible,
La luz venida del principio era oscura como el mismo principio, y era asimismo el espejo de lo que somos.
Alzó sus brazos el obrero en la posición del compás y el Arquitecto fundió las montañas en el crisol del Vacío Existente,
Los relojes se deformaron como círculos viciosos de odio y rencor homicida. El Misterio de la Libertad mostró su libro interior, la magnitud se redujo en una información microscópica,
El código genético del universo se condensó en la estatura del hombre, y el dios de nuestras creencias se transformó en un niño futuro.
Esto sucedió en el pasado, en el Reino del Recuerdo, pero el efecto de esta innata causa todavía está por llegar.
Con los ojos del corazón puedo ver a cada cual según lo que vale, más allá del ruido de las apariencias que ensordece a las moscas del delirio social,
Más allá de los papeles que representan puedo ver a cada ser digno representante del Todo,
Ante cuya esencia las diferencias nada significan, porque en la orgánica armonía de los cuerpos danzantes cada elemento es tan perfecto como su contrario,
Y cuando la locura del culto a las inestables imágenes se apodera de mí por medio del temor a la pérdida,
Invoco este silencio y recupero la calma, respirando en la oscuridad.
Veo a través de la ventana del mundo a una mujer joven amamantando a su hijo recién nacido.
Con gesto humilde lo arropa y lo calienta con su cuerpo acogedor, lo envuelve en su hálito a la luz del sol que cose los paisajes a la mirada interrogante.
Puedo sentir cómo crece el niño en brazos de su madre, obra del amor, sin entender muy bien a qué se debe,
Escucho sus balbuceos que articulan en un nuevo lenguaje los sonidos antiguos, y los mitos del tiempo se desvanecen al igual que sombras en presencia de resplandores de eternidad.
Una ciudad emerge de la niebla en medio del mar de azul espumoso: es la legendaria Atenas, a orillas del puerto donde varan los barcos polícromos cargados de mercancías rumbo a las fábricas de los artesanos que conservan la forma de la historia en los objetos;
Los niños juegan alrededor de las tareas de sus padres, y los adultos filosofan en la Acrópolis, celebrando Asamblea para dirigir el bien común.
Cada cual toma la palabra a su tiempo, declama su opinión y converge en la inteligencia de la Justicia, cuyo resplandor va alumbrando la senda de los más pobres desde la cárcel de ignorancia en la que se encuentran.
O es la ruidosa Londres tal vez la ciudad perdida en la niebla, y los buques de carga remolcan los tesoros ocultos del mar, y las máquinas de la industria transforman la faz de la tierra acercando a los pueblos separados por millas de distancia,
O es la sólida Roma, capital de un imperio que dilata sus fronteras y acoge a los extranjeros en su seno,
O es Jerusalén, brotando como un pájaro de fuego de las ruinas de la decadente Babilonia.
Por todos los extremos la ciudad indefinida se abre y se desgrana en racimos y mitades,
Las carreteras y las vías de transporte conquistan el dominio de las aves y de las nubes etéreas,
Un aeroplano eleva a los pasajeros sobre las selvas tropicales donde anidan gigantescos invertebrados anteriores al diluvio de la memoria,
Incluso los niños sobrepasan en conocimientos a los adultos faltos de fe que repiten letanías de escuela detrás de grises anteojos de vidrio.
Ese que ahora se muestra a la vista era un condenado a una cárcel de envidia e ignorancia.
Obsérvese su uniforme de presidiario con rayas blancas y negras – con artículos legales cosidos a su camisa-, el número de identificación de celda, la cabeza rapada,
Las marcas de los grilletes, la máscara que le cubre el rostro, los ojos llenos de desconfianza, la suciedad y el sudor sobre su piel áspera como un rodillo.
Admírese la manera en la que se levanta del suelo, se frota los ojos y camina al sol como un sonámbulo, apreciando de nuevo la libertad que vuelve a él, tratando de encontrar un punto de apoyo en lo que le sobrepasa.
Estaba muerto y ha vuelto a la vida, y los amigos han salido a recibirlo. Su mujer lo besa y sus hijos lo reconocen por padre.
Muchos años vagó por el mundo aquel a quien llamaban loco, y nadie lo alojaba en su casa;
Los ricos le cerraban las puertas y el hambre lo castigaba por los caminos sin caridad ni comprensión.
Amarga se hizo su alma maldiciendo su destino, hijo ilegítimo excluido de los lazos familiares, obligado a mendigar y a sufrir penas inhumanas.
La necesidad no es bienvenida; fácil resulta humillar a un pobre y condenar a un desamparado. Cualquiera puede serlo cuando se quita la ropa del trato social y se muestra tal como es, sin encubrirse.
¿Quién pregunta por el que no tiene bienes? Todos señalan a lo lejos y se callan. Pero alguien lo mira con amor, y el soplo del espíritu de la libertad incorpórea lo levanta del polvo y le da un lugar entre los inmortales y felices, bendiciendo su generación.
Las manos del generoso son las alas de un ángel que se ofrece a sí mismo, y desde el abismo del dolor se remonta a las alturas de lo inexplicable,
El aliento de la esperanza penetra en la materia como el alma penetra en el cuerpo del embrión con la información de sus mayores,
Las sociedades y los pueblos avanzan hacia una comprensión más plena desde la cercanía de los medios comunes,
El germen de los derechos nace del trabajo y de la libertad, pues las espigas maduras de los campos arados justifican la paciencia de los sembradores.
El pobre excluido de la mesa pretenciosa del rico que tiraniza sus pasos se sentará en la cabecera y repartirá los despojos del expolio de los tiempos,
Las máquinas de la inteligencia desplazan a los maltratos de la esclavitud. La muerte levanta su velo y abre paso a la luz de la vida.
En el origen de la creación estaba escrita esta máxima: que todo lo separado alcanzaría la unidad.
Si mi voz pudiera cantar como la de ese pajarillo que apenas se sostiene en el cielo con sus frágiles plumas,
Si pudiera deshacer con canciones la madeja de los embustes fabricados por la ambición enferma de los explotadores que usan los recursos del cerebro para confundir y humillar,
Si pudiera abolir los falsos nombres que Adán, nuestro primer antepasado, otorgó a las cosas, separándolas de la identidad de su fuente,
Y dirigir también a Eva, a la madre de los vivientes, una mirada piadosa y no condenatoria;
Si pudiera salir de la cárcel de mi angustia con una palabra de amor, entonces a la tierra desde donde invocamos llegaría al fin la Divina Justicia,
Y no habría presas ni depredadores, y el poder sería el mismo para todos los que respiran el compartido sueño.
Pero soy pequeño y débil, y mi vida pende de un hilo. No puedo mirar con mis ojos al sol sin avergonzarme frente a la majestad de su brillo.
Los animales salvajes me muestran que su ley es la mía – ellos, no obstante, no se avergüenzan de lo que son porque no tienen conciencia de ningún despertar-.
Tendré que atravesar las aguas de la muerte junto con mis hermanos, y cuando lo haga espero estar preparado para encomendar mi espíritu después de una vida plena y justa,
Porque sé que la materia es perecedera y que sus leyes no son inmutables,
Sé que la muerte será también una ilusión marchita cuando la fuerza del espíritu que concede alma a los cuerpos me devuelva a mi punto de partida, el Ser que estaba antes de la creación y cuya sustancia es semejante a la mía, como imagen suya que soy yo.
El encuentro con los demás no es siempre satisfactorio - ¿ será que los he juzgado antes de conocerlos?-.
Así, me defiendo de enemigos irreales, vengándome de mis actos con mentiras que solo logran confundirme.
¿Quién me acusa, quién me causa daño? Mis propios actos me acusan. Mis temores fundados en erróneos aprendizajes me causan daño.
Alimento con mi libertad a mis enemigos. Les he concedido potestad para dominarme, porque no es fácil entender, y no reaccionar por los impulsos que salen de la boca del estómago. La tentación del deseo con temor se nutre, y de su círculo inventado no sale indemne la voluntad.
La tentación estalla desde la soledad y el miedo a los demás. Como una serpiente asfixia o envenena, se camufla entre flores de vanidad aparentemente inofensivas, repta sigilosa y atrapa en anillos de pensamiento al descuidado,
Confunde y roba energías, buscando la ocasión para disimular su furia violenta y atacar por sorpresa.
Su poder desaparece, no obstante, si levantamos la mirada y la vemos recorrer el suelo silbando con el enojo de alguna excusa.
Antes de que llegue a nosotros, nuestros pies aplastan su cabeza, y su partida nos deja en un desierto de contemplación, donde el vacío que nos rodea nos demuestra que no había nada que temer.
Respiras la paz del aire que se extiende por los ríos de luz de las estrellas que han salido de una voz oscura,
No son aprensibles los cuerpos si no pertenecen a tu cuerpo, identidad liberada, desposeída de un conflictivo pasado sin comprensión.
Quisiera cantar para alcanzar tu espacio de susurradas formas, si la voluntad no estuviese atada al temor todavía,
Porque, escolares siervos de lo visible, los espectros de la doctrina aprendida no nos mostraron el diálogo de la verdad, se quedaron en la máscara pretenciosa de una ciencia programada con dados arrojados al azar,
Volviendo ciegos a sus oyentes, incapaces de sentir nada, asimilados a muertos convertidos en marionetas que se mueven por hilos eléctricos emitidos por máquinas impersonales.
Muchas generaciones se apropiaron de herencias dañosas, se uniformaron de prejuicios y de odios para asesinar a sus iguales, negociaron con la vida de los demás,
Nos dejaron un testamento de lágrimas firmado con la sangre silenciada de la venganza.
Le llamaron creación a la mentira, jardín de placeres a la muerte, bendición a la tortura. No puedo olvidar el nombre de ninguna víctima. Una parte de mi alma se quedó en el lugar de las ejecuciones y nunca negará lo que ha visto y lo que ha oído desde el día desgarrado de la infancia y de la inocencia,
Cuando las leyes fueron inauguradas por el nacimiento a un antiguo dolor no superado por sus engañosas fórmulas.
Anduve palpando sombras de colores en una pantalla de cine para reconocer tu amado rostro,
Entre llanuras ópticas una cafetería celeste juntó nuestros labios en un beso que abolió en la paz luminosa la contradicción de las inquietudes,
Descendió de los motores etéreos un hogar de calidos abrazos que refugió todos nuestros anhelos,
Me salvaron – mendigo de la soledad- las infinitas cadencias de tu cuerpo palpitante como un líquido piano precioso,
En una estación en claroscuro cruzó un tren cuántico en línea curva hacia el encuentro de tu corazón.
Por los rincones más recónditos del planeta se muestra la piedad silenciosa de los vegetales, cuyas raíces permanecen ancladas firmemente a la tierra, absorbiendo la luz de los cielos y transformándola en respirable oxígeno del que se nutren todas las especies,
la verdad de sus hojas es el verde que modela con luz divina la atmósfera humana, a partir de los rayos poderosos que vierte el clarividente ojo solar,
hacia el que los tallos alzados se levantan ofreciendo el aroma de la copa de sus flores abiertas desde donde el polen de la fecundidad se esparce al aire innombrable.
Los Mediadores de la Vida, sin conciencia de movimiento aunque impulsores de las acciones, guardianes del silencio sagrado de la meditación de la existencia, desarrollan el vigor sereno de los árboles cuyo tronco se ramifica sin perder el vínculo con el suelo estable,
Educando desde el sosiego de la contemplación, demostrando que todo cuerpo inerte es en realidad un alma conectada a la vida que no puede definirse.
En la familia del universo, la manifestación de los árboles reconoce nuestra genealogía, desde la célula hasta el organismo divino en el que vivimos, nos movemos y existimos,
Desde el antepasado hasta el último descendiente que salvará nuestro nombre,
Y en su forma armónica de serena belleza se reconoce la presencia de la Sabiduría que rige el discurso del tiempo.
Las tribus de la conciencia humana bendijeron el Templo del Universo, y lo poblaron de ancestrales cantos de meditación. Así comenzó la Era del Espíritu, cuando la tierra se reconoció a sí misma y elevó sus sentidos al cielo abriendo la flor de su verdad.
Todo obedece al principio de expansión hasta colmar la medida del despertar progresivo.
De pronto, los objetos asombrados por la magnitud del reflejo se sumergen en la transparencia del origen.
Los rumores de la fiesta humana, en la que se suceden sobre el escenario alumbrado con lámparas reyes, princesas, mendigos, sirvientes y otras máscaras que desfilan con eléctrico impulso se alejan cuando el oído se acerca al tímpano de los ecos mundanos, y escuchamos circular por las venas ocultas los sentimientos transformados en la sangre que extiende y propaga la vida.
Dividida en capítulos y cortada por frases salidas de un libro desgastado por el uso, la naturaleza expresa su virginidad fecunda,
La experiencia reconoce su condición sagrada de generación en generación.
Por la carretera que une destinos distantes circulan caravanas de automóviles en dirección a la Aduana en la que pagarán el peaje antes de alcanzar el Hogar donde las familias se reconocen.
La autopista está señalizada con emblemas y signos de advertencia. No todos llegarán a su destino. Solo aquellos que respetan la norma que ellos mismos han aprobado.
Del útero azul del mar renacen nuevos pobladores de la tierra, como hace millones de años, desde el fondo de la fosa tectónica donde la luz solar se rinde a la oscuridad que le dio nacimiento.
El marino conoce los peligros del océano, ante el cual la pericia humana vale lo mismo que la duda de su interferencia,
Y sus cálculos previsores no siempre se cumplen frente a aquello que no puede controlarse porque a nadie pertenece.
El buzo que explora los arrecifes, equipado con su bomba de oxígeno, apenas puede filmar las maravillas de imágenes que nadan en un torbellino de colores devorando profundidades líquidas que imitan las sombras fosfóricas del abismo que tiembla con la noche.
La superficie de la líquida memoria aguarda que emerjan del seno del océano cósmico las voces de los muertos, recobrada su figura en una dicha sin fin.
Los vivos y los muertos habitan separados el mismo reino. No hay red que atrape al espíritu cuyo fuego devora distancias y concede un cuerpo al abismo de la nada estable y cierta, ombligo de la Creación que la voluntad congregada opera.
Se prepara la Revolución Cósmica con el espíritu por impulso inherente: ya sea energía que mueve a las máquinas del ingenio industrial, ya sea información que dirige el vehículo del conocimiento, ya sea el nombre de la armonía escrito en el libro de la memoria histórica.
Un circuito integrado recorre desde Abraham a Jesús, desde Brahma a Buda, desde Eva a María y desde Gea a Maya. Los impulsos del nacimiento y de la muerte recorren el cable conductor del espacio de la vida, encarnando nuevos mundos de variables dimensiones, y el amor luminoso comunica los seres apartados del cielo dilatado en el velo palpitante del alma que espera su eterno retorno.
A mi oído llegan voces procedentes del universo que me acunan como un niño y me protegen con su poderoso influjo,
No permiten que caiga en el desánimo y en la fosa del temor cuya hondura es la muerte.
A todos mis hermanos conducen con el cuidado con el que el pastor conduce su rebaño, procurando que no tropiecen y avancen hacia su destino común.
Yo invocaré a esas voces cuyos titulares no conozco para que me ayuden y me libren de la confusión. Sus decisiones no dependen de intereses humanos ni han sido sobornadas por la debilidad de la mentira,
Están por encima de los deseos y de los temores como el cielo está por encima de la tierra.
He pagado mi cuota por vivir en sociedad, al igual que todos los demás, y lo que sucede fuera me afecta, pero no me domina.
El dinero y el curso legal de la moneda pasan por mis manos, al igual que el trabajo y la fatiga, el éxito y el fracaso, la comodidad y la escasez de medios.
No me convence ninguna institución, fundación ni patronazgo magistral. Yo mismo, como cualquiera, sé descubrir mis límites.
Todos los hombres y mujeres del mundo son para mí iguales en dignidad, pero sus méritos los diferencian conforme a la bondad de sus obras.
Las religiones son muy persuasivas merced a fábulas y preceptos, rituales y dogmas, pero cada cual descubre la verdad a su tiempo, pues el espíritu de Dios es común a todos.
En el principio está la palabra que nos comunica y nos libra de los ancestrales temores que se han grabado en nuestra sangre, soltando el lastre que oprime el corazón, para que desde su centro se ordene el sueño que en su espejo nos revela.
En el principio, tal vez, estemos nosotros. Más allá de la creación y de la destrucción, más allá de la duda que se agacha en la ilusión de la muerte, anhelamos volver a comprender el mundo que hemos olvidado bajo una forma nueva,
Rotas las cadenas de la esclavitud y del desamparo, solos en la llanura cruel del desierto insensible a las plegarias, fundidos ya los ídolos en anillos repartidos entre abuelos y nietos,
Con la visión del descanso en la promesa terrestre que mide nuestros años, habitantes en tiendas nómadas bajo la cúpula del misterio, conocedores del porvenir que sale de nosotros, los relojes se detendrán en el instante de la eternidad, en el aquí y el ahora, querubines de toda ley posible.
El Espíritu no creado al que pertenecemos engendra las figuras y las formas que la evolución de su voluntad hace reales,
El Océano del Vacío modela las olas desplazadas por el viento que inspira y expira el alma.
La apariencia destinada a desaparecer se transforma mediante la ley del movimiento, y la verdad de la energía innata nunca puede perderse, pero la creación es solo apariencia caduca cuyo vencimiento da fe del juramento firmado por el autor del poder, así lo visible es prueba de lo invisible, documento auténtico de un dios desconocido.
Es el Espíritu quien nos sienta a todos alrededor de la mesa de la Creación- imagen de un sueño-, es quien parte el pan que la suerte nos asigna por los méritos de nuestras acciones, es el Hijo de Dios Padre, del cual formamos parte, y del que no nos separa la mentira de la confusión en la que creemos.
Su sencilla verdad siempre estuvo con nosotros desde el balbuceo con el que nombramos el mundo cuya amplitud despeja las incógnitas de la ciencia pretenciosa que se resiste a reconocer sus límites frente a lo que solamente refleja la gloria paulatinamente conquistada de nuestro estado.
La obra del Espíritu Sagrado es el Gran Perdón que devuelve la dignidad de ser a lo que estaba separado de la unidad orgánica y viva que lo nutre, y los caminos son los frutos inmortales de nuestros mortales trabajos, el fuego que purifica y el agua que regenera, el Pensamiento en Acción.
No estoy separado de ti, aunque mi mente caiga en el abismo de la falacia de tu ausencia, oh Fuente Universal y divina imagen de lo mejor de mí mismo.
No estáis separados de mí, oh mortales semejantes que compartís mi camino.
No sois, océanos, montes, valles, cielos y estrellas más que elementos de un solo cuerpo de cuya armonía somos conscientes mientras recorremos el camino de la vida cuyo horizonte se pierde en el infinito, invisible a los ojos en la tiniebla nocturna del sueño imaginario que como real sentimos, porque de nosotros procede.
Cómo caminar desnudo a través de un sueño, mientras la victoria comprensiva de la luz del amor nos arrebata,
Cómo despojarnos de la debilidad de nuestras falsas armas esgrimidas contra nosotros,
Cómo encontrarnos en el genético abrazo de la materia corporal que nos une en un matrimonio indisoluble cuya herencia es la felicidad de lo atemporal y eterno,
Dime cómo, pequeña alma silenciosa, tú que eres la madre de todas las cosas, tú que eres la imagen de todos los sueños.