Castilla, mártir y crucificada
rota tu voz de arcilla, en el olvido;
oye a este hombre reseco, envejecido,
el dolor de su carne desgarrada.
Dejando voy mi vida en tu llanada
por esfuerzo y sudor estoy herido,
por tu parco color estremecido
y tu barro en mi carne cincelada.
Por querer comprenderte mi Castilla
soy errante perpetuo en tu llanura,
y en el alma a dentelladas de tu arcilla
arrancarte yo quiero en mi locura,
y ante el lienzo llevarte maravilla
y ser todo lenguaje en mi pintura.