A Juan López
Eras hombre del mar y de las huellas, Juan Halcón, Juan en vértigo de tierras. Hablabas con los peces y las piedras, cateador de mares y de vetas. Viento arriba llegaste con tus velas, del mar llegaste y te ganó la arena. De viento y soledad fue tu vivienda, el sol se refugiaba en tu cabeza. Esta ciudad nació de tu miseria: ni el cobre ni el guanay dieron la hacienda. Sacaste del harapo la bandera; de ti, la luz de la aventura nueva! Antofagasta es sólo una herramienta: todavía Juan López la gobierna.