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Baltazar, Francisco
España
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A CELIA

1.

Cuando en el pensamiento torno a leer,

de nuestros amores los idos días,

¿habría acaso imagen grabada en él,

que no fuera Celia, la que puso nido en mi pecho?

2.

Aquello, Celia, que solía infundirme pavor

que a amor pusieses en olvido,

abismó a este infortunado

en la honda breña del dolor.

3.

¿Olvidaría, por ventura, de leer

los tiempos idos de nuestro cariño,

el amor de que me hiciste objeto

y mis desvelos y desventuras?

4.

Pasó el día asaz dulcísimo;

tan sólo quedó amor;

anhelo supremo atenazará mi pecho

hasta que en la fosa mi cadáver descanse.

5.

Hoy que la orfandad entristece mi alma,

lo que hago para divertir la pena

es recordar tiempos idos,

con tu imagen, y la entrevista felicidad.

6.

Imagen trazada por pincel amante,

grabada en el corazón y en el entendimiento,

prenda única confiada a mi custodia

y que no será robada ni en la sepultura.

7.

Mi alma, de suyo, vaga

por las revueltas y barrios hollados por sus plantas,

y a los ríos, no profundos, de Beata e Hilo,

mi corazón enamoradizo suele emigrar.

8.

Mi fantasía suele apoyarse

en el pie de la manga, donde pasábamos,

y con los colgantes frutos que deseabas coger

dar alivio a mi corazón huérfano.

9.

Mi ser todo se iba

en suspiros cuando tú enfermaste,

las desesperaciones se me volvían cielo,

Paraíso también la llovediza habitacioncilla.

10.

Adoraba tu imagen

en el Macari río donde se reflejaba;

rastreaba también en el bullicioso embarcadero,

sobre la piedra del piso, las impresiones de tus plantas.

11.

Vuelven, y como si tuviese delante,

aquí, los venturosos tiempos,

cual madrugador bañista que se aprovecha del agua dulce

antes de enturbiarla la salobre del mar.

12.

Creo aún oír tu decir favorito:

_por tres días no se ha dado en el blanco_,

a que contestaba jubiloso;

_¡y para una persona hay tanto en mantenimiento!_

13.

Cierto que nada hay que no recuerde

mi pensamiento de la huida alegría

que sólo de imaginarla corren mis lágrimas

al tiempo que gimo "¡Oh, qué infortunio!"

14.

¿Dónde estás, Celia, alegría del vivir?

Y nuestro amor ¿por qué no echó raíces?

¿Dónde está el tiempo en que una mirada tuya

era mi vida, alma y cielo?

15.

¿Por qué, cuando nos separamos,

no se cortó el hilo de mi maldita existencia?

Tu memoria es mi muerte,

porque en mi corazón, Celia, eternamente vives.

16.

Esta aflicción sin tasa,

por causa tuya, o por la dicha que huyó,

es la que me invita a cantar,

narrar la vida de un infortunado.

17.

Celia, harto comprendo cuán tímida

e ignorante mi musa, y cuán melancólico es su canto,

sobre baladí, asperísimo;

más, séanle propicios tus oídos y entendimiento.

18.

Es el primer fruto de mis cortos alcances,

que ofrendo a tus nobles huellas;

recíbelo, aunque, de valer, ajeno,

porque viene de un corazón sincero y amante.

19.

Aun cuando vaya e insultos hagan carne en ella,

mis desvelos serán bien pagados,

si su lectura te arranca un sollozo

que recuerde al ofrendado.

20.

Alegres ninfas de la laguna Bay,

sirenas de canción inefable,

a vosotras hoy os invoca,

con harto dolor, mi pobre musa.

21.

Surgid a la ribera y márgenes circundantes,

y acompañad con vuestra lira mi pobre canción,

que, aunque la parlante vida se corte,

es su deseo que el fiel amor cunda.

22.

Tú, flor de mis ensueños,

Celia, que llevas por divisa M. A. R.,

a la Virgen Madre ora

por tu devoto servidor que es F. B.

Baltazar, Francisco

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