¿Quién conjuga el verbo, partido
el lápiz en la punta, la lengua herida
en el profundo tendón que la sostiene?
¿Quién mezcla tierra y agua
con el deseo de que del barro y sólo del barro
surjan moscas, caracoles?
¿Quién edifica su casa
en el sonido de un martillazo, de una campanada?
¿Quién se aligera de todo peso y levita?
¿Quién regresa de la peste del manzano,
de una súbita contracción
en el tejido de lo inmediato,
de la visión que, de pronto y sin motivo,
exige hilos rotos, un ademán de verdugo,
techumbre sobre el jardín,
breve sinfonía de gorgojos?