Ugo Mulas y la huella del poeta en el paraíso perdido de Monterosso

Fuente: https://www.elmundo.es/la-lectura/2024/04/24/661d1371e85ece4d6a8b4585.html

En su primer poemario, el Nobel Eugenio Montale describe la costa italiana de su infancia. Décadas después el fotógrafo Ugo Mulas retrató esos paisajes simbolistas que ahora se pueden ver en Ibiza.



Monterosso al Mare es uno de esos pueblecitos idílicos en la costa italiana de Cinque Terre, un paraíso mítico donde pasó su infancia el poeta Eugenio Montale (1896-1981). A los 29 años, publicó su primer libro, Ossi di sepia (Huesos de sepia, 1925), versos de gran musicalidad en los que late el mar de Liguria al mismo tiempo que una sensación de soledad y vacío. Ese existencialismo áspero del que ha vivido una guerra (Montale fue llamado a filas para combatir en la Primera Guerra Mundial) se confronta con los recuerdos luminosos de su particular arcadia. Medio siglo después de su ópera prima, Montale ganaría el Nobel de Literatura por el conjunto de su obra, compleja y simbolista, crepuscular y a veces hermética. El fotógrafo Ugo Mulas (1928-1973) supo captar la esencia de esos versos de su juventud en preciosistas instantáneas en blanco y negro: un retrato de Monterosso y de la poesía fulgurante de Montale que esta primavera llega a España. A la isla de Ibiza, concretamente, otro paraíso perdido como Monterosso.

En el corazón de la isla, en el pueblo de Santa Gertrudis, con sus casitas blancas y fachadas de marcos ocre, la galería Parra & Romero despliega las imágenes que Ugo Mulas tomó en los años 60 buscando los escenarios y la atmósfera de Ossi di sepia, un libro que leyó de pequeño y que le dejaría una profunda huella, con versos que se quedarían grabados en su memoria para siempre. Recorrió las playas y los riscos, buscó estatuas neoclásicas en medio de la vegetación, caminó por senderos abruptos, peregrinó hasta la casa familiar del poeta... «Lo que importa es plasmar el clima general del lugar, es decir, encontrar esos elementos genéricos, inespecíficos, que vuelven continuamente, como un leitmotiv a lo largo del libro», decía el fotógrafo, que entonces ya se había consagrado como uno de los mejores de Italia, especializado en retratar a los grandes artistas de la época, entre la Bienal de Venecia (fue su fotógrafo oficial) y la Nueva York de Andy Warhol.

«Aunque en España su figura no es muy conocida, siempre nos ha interesado Ugo Mulas, no sólo por sus retratos icónicos de la vanguardia del siglo XX», señala Guillermo Romero Parra, director de la galería, que en 2021 ya organizó una exquisita muestra de Mulas en su sede de Madrid, que además le valió el premio a la mejor exposición de PhotoEspaña. Entonces presentó al Mulas emblemático, con esas imágenes que forman parte de la Historia del Arte: Warhol en su Factory, un potentísimo primer plano de un ya anciano Marcel Duchamp, Alberto Giacometti tapándose la cara de emoción al ganar el León de Oro, Jasper Johns pintando en su atelier (y un delicioso juego con la sombra del artista, que parece un personaje de su propio cuadro: como si Mulas hubiese creado una nueva obra)...

«Ossi di Sepia es una de sus series más poéticas. Quisimos rescatarla y, por primera vez, mostrarla casi en su totalidad», añade Romero Parra. La galería de Santa Gertrudis se revela como el escenario perfecto para ese Monterosso soñado, que permanece intacto y detenido en el tiempo. El cuidado montaje potencia el intenso blanco y negro de Mulas, con algunas paredes pintadas de sepia (un color muy parecido a las fachadas del pueblo). En rojo, resaltan los versos de Montale que guiaron al fotógrafo. El Monterosso agreste bañado por unas aguas luminosas podría parecer la Ibiza más salvaje: un Mediterráneo esencial, ya sea italiano o balear.

Como un eco de claroscuros, Mulas creó sus propias metáforas visuales en respuesta a las imágenes simbólicas de Montale: guijarros bañados por el mar, olas de una espuma furiosa, un sol fulgente...

Una de las razones por las que el nombre de Mulas suena poco fuera de Italia es que murió demasiado joven, a los 44 años. A pesar de ser uno de los grandes renovadores de la fotografía contemporánea, hasta 2009 no se había celebrado todavía una gran antológica suya en nuestro país (lo hizo el BBVA en el marco de PhotoEspaña). Ni siquiera en París, cuando la Fondation Cartier Bresson reparó esa ausencia con una magna muestra en 2016. «Hay mucho por conocer de Mulas. Como los maravillosos retratos del bar Jamaica de Milán, por donde pasó toda la intelectualidad de la época y que son una radiografía histórica», señala Romero Parra. En aquel bar legendario, cerca de la Accademia di Belle Arti, el joven Ugo tomó sus primeras fotos. Siendo aún estudiante de Derecho, un compañero le prestó una cámara y le enseñó a usarla. Al poco, aparcó las leyes por la intuición de la luz. Una luz que en Monterosso hizo eterna, como los versos de Huesos de sepia.


Por Vanessa Graell