Fuente: https://www.abc.es/cultura/cultural/palabras-angelica-tanarro-amigas-enemigas-20241106135733-nt.html
La escritora, periodista y docente regresa a la lírica, con un espléndido tercer poemario.
«Tal vez las palabras sean lo único que existe / en el enorme vacío de los siglos / que nos arañan el alma con sus recuerdos».
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Estos versos del poema ‘La noche’, de Alejandra Pizarnik, encabezan la parte IV del último poemario de la escritora, periodista, especializada en Cultura, y docente Angélica Tanarro, que ahora nos llega tras ‘Serán distancia’ y ‘Memoria del límite’.
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Unos versos de la autora argentina —cuya voz resuena en los de Angélica Tanarro—, perfectamente elegidos, pues, como ya se nos adelanta en el sugerente título del volumen, será la palabra su protagonista.
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Y así Angélica Tanarro se pregunta y nos sumerge en el epicentro mismo de la labor creadora, en el privilegiado instrumento del escritor, y quizás aún más del poeta, con el que mantiene una relación ambivalente. Porque las palabras son amigas/enemigas a un tiempo, permiten ahondar en el misterio de los sentimientos y de la vida, iluminar la oscuridad: «Sostener / una / palabra / (ala de luz) / en un huracán de sombras», hacer del caos «un pentagrama de sentido».
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Pero muchas veces resultan esquivas, no se dejan atrapar con toda esa precisión que persigue el artista: «Mientras tanto las convocas / buceas su caudal / arañas el moho y la costumbre / deseas su más nítido perfil / para que sigan nombrando lo que importa». Como la evocación de los seres queridos, que aparece en la obra, cuya ausencia se llora en busca de consuelo.
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La autora de esta obra nos sumerge en el epicentro mismo de la labor creadora
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Las palabras producen dicha y dolor, plenitud y angustia. Muy significativo es uno de los poemas donde se establece un diálogo con Antonio Machado en su tumba de Colliure. No en vano, el sevillano explicó la poesía como «palabra en el tiempo». En un poema-prólogo, leemos: «¿Está dicho todo?». Escritores como Angélica Tanarro abren siempre nuevas y seductoras perspectivas.
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Por Carmen R. Santos