Li Bai, el poeta viajero víctima de las intrigas

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Su poesía parece más moderna que antigua, pese a los siglos que nos separan desde que se compuso. Glosador de la dinastía Tang, conoció tanto la mayor prosperidad de su país como no pocas guerras y turbulencias.

El hispanista y sinólogo Guojian Chen nos ha dejado rigurosas versiones de poetas chinos, todas ellas caracterizadas por dos condiciones difíciles de aunar: el conocimiento directo de los textos en su lengua original y el exquisito gusto puesto en el cuidado y selección de la forma y las palabras de la lengua de llegada. Lamentamos, pues, su muerte, que nos priva de un extraordinario estudioso y de un insuperable traductor del que nos llega ahora, como publicación póstuma, esta antología suya de Li Bai. La introducción a la vida y la obra de Li Bai o Li Po o Li Taipe, según los distintos sistemas de transcripciones, narra la azarosa vida de este poeta viajero, víctima de las intrigas políticas, que le llevaron al destierro tras haber sido nombrado hanlin (miembro de la Academia Imperial) por el emperador Xuan Zong. Poeta de la dinastía Tang, conoció tanto la mayor prosperidad de su país como no pocas guerras y turbulencias: se comprende, pues, que buscara en el taoísmo un sistema de ideas y creencias que le permitieran hacer frente a una ardua y compleja realidad. Como los epicúreos —pienso, sobre todo, en Horacio, con el que, por algunos de los temas que trata, se le podría comparar— opta por la vida retirada y encuentra en la naturaleza un correlato objetivo de su situación anímica y sentimental. POESÍA 'Antología poética' Imagen - 'Antología poética' Autor Li Bai Editorial Cátedra Año 2023 Páginas 363 Precio 15,95 euros La nostalgia, la fugacidad del tiempo, las despedidas de amores, amigos y parientes, la invitación simposíaca («sólo deseo —dice— una ebriedad perpetua») y la denuncia de la injusticia social son algunos de sus motivos recurrentes. En cuanto a sus recursos formales utiliza la hipérbole, cuida mucho su dicción y perfecciona la prosodia, aproximando su lenguaje al de la lengua hablada en su época. De ahí ese coloquialismo que colorea el fraseo de su habla. Guojian Chen explica muy bien la economía lingüística de muchos de estos poemas, que siguen el jinti shi o «estilo moderno», que se divide a su vez en dos subgéneros (’jue ju’ y ‘lü shi’) dentro de los cuales hay varias modalidades: cuartetos pentasilábicos y heptasilábicos, en el primero, y poemas de ocho versos, de cinco y siete sílabas, en el segundo. De modo que su diferencia en extensión oscila entre las veinte y las veintiocho sílabas empleadas. Concisa y fónic El influjo de Li Bai en la poesía occidental ha sido rico y abundante: Rubén Darío, Tablada, Ezra Pound, Neruda, Alberti y Paz se interesaron por esta escritura concisa y fónica a la vez, en la que el melisma derivado de la métrica y la rima no puede eludirse ni elidirse. Y eso es lo que, con tanto esmero como decoro estético, ha conseguido hacer siempre Guojian Chen, cuyas traslaciones conservan y trasminan el hechizo y encanto de cada poema en su lengua original. De ahí que el lector disfrute aciertos como éstos: «cortinas de bambúes separan nieblas azuladas»; «rompiendo el silencio, una flauta de jade»; «el coral reflejado por el agua esmeralda; «una voz que acaricia»; «un río de otoño cuelga/ de su mágico espejo»; «El río Chu es diáfano como el vacío»; «las aves vuelan y dan vueltas/ entre dos hermosos biombos»; «Del viento surge una bella sinfonía»… Como los epicúreos, opta por la vida retirada y encuentra en la naturaleza un correlato anímico Algunas de sus «Odas a las mozas de Yue» adelantan versos de los sonetos de Valle-Inclán. Y no faltan tampoco las imágenes bélicas: «La sangre de los soldados/ enrojece la pradera» o «Montados sobre sus alazanes/ en sillas tachonadas de jade blanco,/ trotan en el campo de batalla,/ inundado de gélidas luces de luna». Fundada en la sugerencia de las imágenes, la poesía de Li Bai parece más moderna que antigua y, pese a los siglos que nos separan desde que se compuso y escribió, lo que nos dice no ha perdido valor ni nada de su esencia: sigue siendo actual precisamente porque es clásica. «Pasajero fugaz entre el cielo y la tierra» como se autodefinió, resulta imposible sustraerse a lo que estos poemas suyos son: «gratas compañeras transitorias», altos en el camino del vivir. Guojian Chen nos ha dejado su herencia y testamento. JAIME SILES