La libertad, necesaria para vivir - México

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El mundo lo conoce como Adonis, igual que el dios griego del amor y la belleza, pero su nombre real es Alí Ahmed Said Esber. Como Adonis ha escrito varios libros, ha estado postulado al Premio Nobel, ha viajado por varias ciudades; pero Alí es su nombre sirio, su nombre árabe.

El sobrenombre lo eligió a los 15 años de edad cuando no cuestionaba la libertad, el exilio u otras situaciones, a pesar de las dificultades que ya existían en su región. “El nombre correspondió a mi interioridad y me dio una amplitud cósmica a partir de la leyenda extraordinaria de Adonis”, cuenta.

Considerado el más grande poeta en su lengua, Adonis aparece puntual a las 9:30 a.m. en el lobby del hotel Hyatt. Viste un saco negro de pana que contrasta con su bufanda rosa y su camisa a rayas azules.

Saluda amablemente a Marion Lecardonnel, directora de la Alianza Francesa de Mérida, quien funge como traductora en la entrevista con el Diario. En la mesita deja “Tormenta de especias”, de Lamiae El Anrami. Se acomoda en el sofá en espera de las preguntas. Contesta todas, menos una.

Es la segunda vez que Adonis visita México. En la primera sólo estuvo en la metrópoli pero fue suficiente para que surgiera “Zócalo”, libro en el que habla de las culturas precolombinas y la conquista de México.

“Estoy feliz con este nuevo viaje, pero se necesita mucho para pensar sobre México”, dice el poeta, quien mañana a las 20 horas impartirá la conferencia “Poesía y realidad en el mundo árabe” en el auditorio “Silvio Zavala” del Centro Cultural Olimpo, dentro del Mérida Fest. “Esta gran civilización precristiana es una de las fuentes de la civilización humana”.

Dice que le parece interesante la relación de sus compatriotas en México. “Es como un segundo país”, compara el maestro nacido el 1 de enero de 1930 en Al Qassabin, Siria, de donde salió a causa de la guerra civil.

Se instaló primero en el Líbano y ahora vive en Francia, a donde llegó por casualidad, ya que su primera opción era Estados Unidos, donde tenía muchos amigos. “Encontré a un amigo de Túnez que laboraba en la Unesco y me pidió el favor de trabajar con él. Francia sigue siendo un país acogedor”.

A pesar de que actualmente una persona puede estar un día en México, al día siguiente en Nueva York y luego en París, el poeta considera que es difícil pasar de una frontera a otra. “No es tan fácil cruzarlas, a veces hay una diferencia de grados pero siguen siendo fronteras”, opina el maestro.

Pero él, quien dejó Siria hace más de medio siglo, no ve fronteras entre los países, lo que ve son nombres de territorios. “Nunca sentí que estuviera en el exilio, más bien estoy en un exilio interno porque el exilio ya no existe cuando hay una confrontación con los sentimientos. El verdadero país del hombre es el hombre”.

Adonis dejó Siria por razones políticas y culturales, ya que cree firmemente que el hombre que no puede decir lo que piensa, cree o espera no puede vivir. “Busqué un lugar donde sentirme totalmente libre de expresar todo lo que siento, sueño e imagino. Desafortunadamente, en la actualidad la libertad está en crisis en el mundo entero... Estaremos libres cuando toda la humanidad esté libre”.

En ese sentido, dice que uno también es libre de creer. “No tengo nada en contra de la gente que cree, para mí uno es libre de creer en lo que quiera, es su derecho y yo defiendo ese derecho... cualquier religión; pero la religión como institución impuesta sobre las sociedades, eso es algo en lo que estoy en contra y siempre estaré en contra. Hay que separar el estado de la religión”.

De hecho, Adonis se considera arreligioso. “Mi vida y pensamiento está fuera del mundo religioso, pero no estoy en contra de la religión como creyente individual”.

Dejó de creer hace mucho tiempo, desde su niñez, a pesar de que su papá era creyente “pero nunca intentó imponerme sus creencias”.

“Mi papá era más mi amigo que mi papá. Me pareció extraordinario que en la civilización musulmana un padre musulmán se vuelva el amigo de sus hijos. Me influyó bastante y me sigue influyendo”, revela.

Al hablar de su madre, recuerda que no leía. “Sólo leía a través de sus manos, con el corazón, con sus ojos... era como un árbol que mira a todas partes. Mi relación con ella era como una relación del agua con su fuente, de la luz con el Sol. Era una relación natural”, dice.

Para él, cualquiera puede hacer poesía, hasta un campesino al labrar la tierra.

“Todos somos poetas, cada uno a su manera. La poesía no es escribir solamente un poema, es hacer poesía, crear poesía es cambiar la relación entre las palabras y las cosas y entre el hombre y el hombre y el hombre y la vida”.

Hasta un gran arquitecto es poeta, dice. “El poeta es un ser de creación, no un ser de instituciones ni religiones. La vida cotidiana mata la poesía, por eso siempre necesitamos poesía como el amor”, opina.

Con la poesía uno se vuelve más abierto para entenderse a sí mismo, al otro y al mundo. “Cuando vi que la poesía me ayudaba a entender todo eso, sentí que mi vida sin la poesía no valdría nada”.

El maestro empezó a escribir a los 17 años de edad y su primer poema fue “El huérfano”, con el que recibió un premio importante. Entonces era estudiante y gracias a ese reconocimiento recibió apoyos para seguir adelante, pero hoy los premios no significan nada, y del Nobel de Literatura prefiere no hablar, y para salir del paso asegura que le gusta Octavio Paz. “Me gusta el Nobel de ustedes”.

Adonis comparte lo que para él significa Siria, el exilio y el pequeño Aylan Kurdi, cuyo cuerpo sin vida fue hallado en las playas turcas al intentar escapar junto a su familia de los conflictos bélicos en una balsa. “Aylan es un símbolo de nuestra época. Todo lo que es inocente, todo lo que es puro, todo lo que está contra la guerra es encarnado por este niño. Nos muestra el lado salvaje del mundo en el cual vivimos y el lado salvaje de la guerra y debemos estar del lado de este niño”.— Iván Canul Ek

“Nunca sentí que estuviera en el exilio, más bien estoy en un exilio interno porque el exilio ya no existe cuando hay una confrontación con los sentimientos. El verdadero país del hombre es el hombre