Fuente: https://expoflamenco.com/revista/ismael-chataigne-nos-ofrece-la-buena-musica-de-caballero-bonald/
Ismael Chataigné Gómez, doctor en Filología, profesor universitario y tocaor con el nombre artístico Ismael de Begoña, ha publicado una antología poética de José Manuel Caballero Bonald, laureado escritor que pudo revisarla y autorizarla antes de su muerte.
Hasta casi finales del siglo pasado, ocurría que muchos artistas flamencos eran casi analfabetos o sin estudios, algo habitual en el contexto histórico que vivieron en España. En los últimos años, eso ha cambiado radicalmente, hasta encontrar una buena lista de artistas muy formados e instruidos, con alguna carrera o grado, como ocurre con artistas como Rocío Márquez, Paco Escobar –catedrático de Filología, que mucho tiene que ver con la obra que comentamos–, Edu Hidalgo –profesor de Ingeniería– o mi paisana jovencísima Lidia Rodríguez, entre otros muchos. Incluso a una carrera concreta añaden estudios de música en, por fin, conservatorios. Esto, dirán, no implica necesariamente que sean mejores artistas, pero convendrán con nosotros que al revés tampoco, que no por ser casi analfabeto o tener muchas faltas de ortografía se tiene la garantía de cantar muy bien, a pesar de algunas conocidas afirmaciones. Ustedes dirán qué opinan. A nosotros tanto unos como otros, los de antes y los de ahora, nos parecen buenos cuando lo son, al margen de otras consideraciones de instrucción e incluso de miseria y pasar hambre. Es como lo de la universidad de la vida, que algunos ponen en su currículo, que, primero no garantiza que se haya aprendido, y, segundo, resulta que en esa universidad aprenden, si aprenden, todos, los que tienen formación académica y los que no la tienen o muy exigua. Así que lo que vale es lo que vale, la calidad artística, y lo demás son circunstancias. Eso sí, mejor formados todos los que puedan que no, que el saber sí ocupa lugar, un lugar maravilloso para enriquecer a la persona y a la sociedad.
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Uno de esos artistas muy formados es el autor de este libro, De repente, la música. Poesía musical, paisaje sonoro y silencio. Ismael Chataigné Gómez –Sevilla, 1987–, doctor en Filología, profesor universitario en varias universidades y ahora dedicado a su otro oficio, guitarrista flamenco, tocaor con el nombre artístico Ismael de Begoña, ha publicado esta antología poética de José Manuel Caballero Bonald, laureado escritor que pudo revisarla y autorizarla antes de su muerte. Chataigné hace la selección e introducción de este libro breve de poco más de cien páginas, editado por la Editorial Universidad de Sevilla. Ya saben el refrán o el dicho de Gracián: lo bueno, si breve, dos veces bueno. Así ocurre aquí. Es una obra breve, intensa, muy bien editada y muy bien escrita no solo, claro, por el Premio Cervantes antologado, sino también, y mucho, por el antólogo con un prólogo de doce páginas extraordinario, esclarecedor, que ilumina sobre las claves del libro y del poeta en relación con los escritos que se acercan al mundo de la música, a la importancia que para Bonald tiene esta, donde hay un hueco para la música del flamenco. Incluso guarda un punto de prosa lírica o poética, cuando escribe, por ejemplo, en las primeras líneas –p. 13–: «La poesía de José Manuel Caballero Bonald es la memoria latente de los primeros cantores de la noche. Su lucidez inquieta recoge el testigo de aquel primitivo ritual iniciático donde los hombres fraguaron la palabra. En la introspección de sus versos comparece el maravilloso origen sonoro de la existencia, desde el vínculo prenatal con la voz de la madre hasta los ecos más remotos de la naturaleza acústica del universo».
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Precioso inicio de una introducción que es una excelente explicación del contenido e intención de la antología y de las características de la poesía elevada y reconocida, reconocible también, de Bonald. Por cierto, uno de esos escritores de una generación que supo acercarse al flamenco con respeto, investigación, difusión, como sus compañeros Manuel Ríos Ruiz, Félix Grande, Fernando Quiñones o Antonio Murciano. Explica Chataigné que en el poeta la sensibilidad de su sentido del oído condiciona su pensamiento poético, que instaura su poética en la escucha, seleccionando y reordenando las palabras con devoción por la evocación sonora, entendiendo la música como un patrón estético universal.
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Esta antología surge de la tesis doctoral del antólogo, Literatura y música en José Manuel Caballero Bonald, defendida en 2017. Así, Bonald escribe sobre las sensaciones que le producen el jazz, la música barroca de cámara, la canción de autor, las músicas del Mediterráneo, la copla o, cómo no, el flamenco, que en este libro ocupa su sitio sobre todo en el libro Anteo (1956). En este libro, el compilador de Archivo del cante flamenco (1968) y de otras obras discográficas del flamenco, aborda cuatro palos muy queridos por el poeta y por la afición: soleá, saeta, martinete y seguiriya. Vemos una muestra del poema dedicado al martinete, quizá el mejor:
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Hierro y cristal, la voz crepita
sacrificada al fuego litúrgico
del recuerdo, con sus despedazados
renglones esparcidos
sobre la tierra inhóspita.
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Precisamente en el marco de la tesis doctoral Literatura y música en la obra de J. M. Caballero Bonald, realizada por Ismael Chataigné bajo la dirección de F. J. Escobar Borrego y J. F. Carcelén (2017), hubo una celebración posterior a su logro del grado de doctor en un restaurante de la calle Betis de Sevilla. Canta Juan Murube por soleá, con alguna letra de quien esto escribe, con la guitarra de Paco Escobar.
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por José Cenizo