Fuente: http://cultura.elpais.com/cultura/2015/01/12/babelia/1421061849_547837.html
"Hölderlin war kein Narr" —Hölderlin no estaba loco—; así rezaba la pintada en trazos negros que durante años pudo leerse sobre la pared amarilla a la entrada de la célebre torre de Hölderlin, en Tubinga. En el bonito edificio semicircular rodeado de sauces, a la orilla del Neckar, el poeta pasó recluido la segunda mitad de su vida.